(1ª Parte)


Núm. 228 - Sábado 4 de Junio del 2011 - Año No. 5


El Predicador con su habitual dinamismo, nos enseña a valorar el instante que jamás volverá. El valorar el preciado momento nos hace ser agradecidos con nuestros semejantes; pero lo más importante, a ser agradecidos con nuestro Creador.

«Vanidad de vanidades -dijo el Predicador-; vanidad de vanidades, todo es vanidad». (Eclesiastés 1:2). Así inician las palabras del Predicador en su libro muy conocido Eclesiastés ¡Vanidad… todo es vanidad!, nuestras acciones como ser de carne y hueso no alcanzan a imitar la santidad de nuestro Dios, por mas elevados que sean nuestros hechos nada es comparable a la de nuestro Creador.

 

«Lo torcido no se puede enderezar, y con lo incompleto no puede contarse» (Proverbios 1:15). Otras palabras del Rey Salomón; cuan erradas son nuestros pensamientos cuando pensamos que las cosas por arte de magia o que algún día se arreglarán, o que todo en su debido momento las cosas vendrán a ser agradables delante del Creador.

 

«El sabio tiene sus ojos abiertos, más el necio anda en tinieblas». (Proverbios 2:14). Adquirir sabiduría fue una de las peticiones primordiales de Salomón, así como Salomón, también nosotros debemos tener ese interés para buscarla, la sabiduría nos mantiene alertas, adquirir sabiduría tiene que ser nuestro anhelo, el deseo incesante en nosotros: «Adquiere sabiduría, adquiere inteligencia; No te olvides ni te apartes de las razones de mi boca»; Solo aquel que se esfuerza, que tiene temor de su creador, es la persona que puede obtener la sabiduría necesaria para corregir el camino errado, y tener comunión con su Creador, además podrá guiar, y corregir el mal proceder de su prójimo «El principio de la sabiduría es el temor de Jehová; los insensatos desprecian la sabiduría y la enseñanza».

 

Valorar el preciado instante que jamás volverá, fue una de las frases que utilizamos al principio. En el capitulo 3 de Eclesiastés nos habla acerca del valor del tiempo: «Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora» Existe tiempo para todo, esto es lo que nos expresa Salomón, el tiempo es un don precioso otorgado por Dios a sus hijos, un don que tenemos que cuidar, pues el tiempo perdido no se puede recuperar.

 

«Tiempo de nacer y tiempo de morir», estas dos opciones el nacer y el morir no esta a nuestro alcance cambiarlo, ocurre justo en el tiempo que Dios tiene establecido, no podemos anteceder el nacimiento, ni prolongar el momento de la muerte. No sabemos cuánto tiempo tenemos para vivir nos es otorgado, pero sí somos consientes que así como hubo un tiempo de nacer también vendrá el tiempo de morir. «Todo lo que te viniere á la mano para hacer, hazlo según tus fuerzas; porque en el sepulcro, adonde tú vas, no hay obra, ni industria, ni ciencia, ni sabiduría» Vive hoy, ahora es tiempo, que el momento de la muerte también tendrá su momento.

 

«Tiempo de plantar y tiempo de arrancar lo plantado», se ha dado cuenta usted cuanto esfuerzo se requiere para plantar algo nuevo, en las plantas por ejemplo, se necesita labrar la tierra, poner la semilla, cuidarlo al nacer, regarla, limpiarla, etc. En fin es una labor inmensamente grande, pero todo ese esfuerzo se puede devaluar con solo arrancar la planta. Lo que hemos plantado, tenemos que cuidarla, protegerlo, así como se hace con una planta. Este es el tiempo de plantar, el tiempo que la semilla tiene que ser puesta en lugar indicado para que tenga su crecimiento. No arranquemos lo que ha costado esfuerzo, lagrimas, dedicación, ya que para eso Dios tiene destinado su tiempo.

 

Continuará en el siguiente número...