Una Nueva Generación de Hijos de Dios


Núm. 233 - Sábado 9 de Julio del 2011 - Año No. 5


En la actualidad vivimos momentos angustiosos, vivimos momentos donde el mundo es hecho un caos, es envuelto la humanidad en una confusión religiosa, una humanidad sumida en lo que un tiempo fue una buena moral y correcta educación; la humanidad cada día esta encandilada por las drogas y entorpecido por una contaminación mental (intelectualmente).


Una humanidad acosada por la desesperante incertidumbre sobre el futuro, agobiada por la inestabilidad política, social y económica, todo esto demanda hijos de Dios capaces de ser verdaderamente LUZ Y SAL DE LA TIERRA.

 


Vivimos una peligrosa enfermedad de desconfianza (Falta de fe) se ha perdido la fe en el gobierno, y en todas las instituciones políticas y morales. Los jóvenes ya no confían en el matrimonio como institución divina. Los hijos de nuestros días ya no confían en sus padres. La familia que en un tiempo se creyó ser el núcleo de la sociedad, se viene convirtiendo poco a poco en célula cancerosa. En fin, vivimos en una época donde la desconfianza nos persigue como nuestra sombra, suena potente y estremecedor el angustioso grito del Apóstol Pablo: Pero ¿cómo van a invocarlo sin creer en él? ¿Y cómo van a creer sin oír hablar de él? ¿Y cómo van a oír sin haber quien les proclame? (Hechos 10:14)

 

Y aquí es donde se necesitan hijos de Dios dispuestos a hacer ECO al urgente llamado del Apóstol Pablo, hijos de Dios que sin dudar y con valor digan a una sola voz “…Aquí estoy yo, envíame a mí.” (Isaías 6:8) Un mundo agrietado y dividido por el racismo, la envidia, el odio, las luchas de clases sociales, el terrorismo, la violencia, la ambición, el orgullo, las ideologías y diversas “religiones”. Dios exige una iglesia unida consigo misma, con Cristo y también con Dios… para que todos sean uno, así como tú, Padre, en mí y yo en ti, que también ellos lo sean en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste… Hermanos, les ruego por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que se pongan de acuerdo y que no haya más disensiones entre ustedes, sino que estén completamente unidos en el mismo pensar y en el mismo parecer. (Juan 17:21; 1ª Corintios 1:10)

 

Una iglesia debilitada por la indiferencia, tibieza y hasta pereza espiritual; bombardeada en todos los sectores por los dados de fuego del maligno, quien como bestia salvaje y hambrienta acosa de día y de noche a todos los santos, esperando herirlos de muerte y así dejarlos postrados en este espantoso desierto… es tiempos donde las situaciones y la misma iglesia demanda HIJOS DE DIOS QUE NO SE DEJEN ENVOLVER POR LOS CUIDADOS DE ESTA VIDA, SINO QUE PERMANEZCAN DE PIE, ORANDO Y VELANDO HASTA LA VENIDA DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO (Lucas 21:34-36)

 

En mundo presenta un cuadro donde el hombre se asfixia con su propio pecado, se encuentra preso en su propia maldad. Se pasa la vida hiriéndose con sus mismas garras, viviendo esclavo de sus propias pasiones, azotado por sus errores personales, perseguido por su carnalidad y acusado por su propia conciencia, en fin un cuadro donde el hombre le rinde tributo al dios de este siglo… satán (2ª Corintios 4:4)

 

Como podemos ver, la tarea de la iglesia cada día se agiganta, y todo lo ya descrito, nos obliga a aceptar tan deprimente condición que nos espanta por su realismo; nos causa nauseas por su crudeza, nos agobia por su peso y nos aniquila por su certeza: NECESITAMOS UNA NUEVA GENERACION DE HIJOS DE DIOS.

 

Mas trabajadores, SI... pero también mas santos.

Mas sencillos, claro… pero también mas capacitados.

Mas valientes… pero también mas prudentes.

Mas constantes… y mas templados.

 

Almas conscientes de que no basta con creer que somos hijos de la promesa, sino mostrarlo, entendiendo que es imposible parecer hijos de Dios, si en verdad no lo somos.

 

Continuara en el siguiente numero...