La identidad del cuerno pequeño

Segunda Parte


Núm. 257 - Sábado 24 de Diciembre del 2012 - Año No. 6


¿Quién es el cuerno pequeño?

“El verdadero sucesor del Imperio de Occidente fue el papado”. Estas palabras fueron escritas por L. Elliott Binns en la introducción de su obra maestra The Decline and Fall of the Medieval Papacy [“El deterioro y caída del papado medieval”], página v.

En la portada del libro de Binns se afirma: “El papado no sólo fue el verdadero sucesor del Imperio Romano; también fue el fiel reflejo del imperio”.

El historiador Paul Johnson, aludiendo a ciertos sucesos ocurridos en la última mitad del siglo séptimo, anotó: “La iglesia romana era todavía el vocero del imperio” (The Offshore Islanders [“Los isleños de mar adentro”], 1972, p. 57). “La política y la religión eran inseparables” (ibídem, p. 49).

¿Encaja el papado con la descripción bíblica de “la imagen de la bestia”? (Apocalipsis 13:15).
Notemos las similitudes entre el imperio y la iglesia que lo sucedió. Aunque el centro administrativo del imperio había sido trasladado a Bizancio, la religión del estado seguía siendo dirigida desde Roma. De hecho, su cadena de mando y sus contactos con regiones aledañas tales como Bretaña, eran mantenidos de manera más constante que las funciones políticas y militares del Imperio. El cristianismo todavía tenía una infraestructura internacional que funcionaba. “Por su misma naturaleza, esta religión era centralizada, universalista, autoritaria y antiregional. Era administrada por una disciplinada casta sacerdotal, comandada por obispos establecidos en los centros urbanos del imperio, bajo la autoridad suprema del obispo de Roma misma, la voz espiritual del Imperio de Occidente. Sus doctrinas eran absolutistas, y exhortaban a someterse irreflexivamente a la autoridad divina: en este mundo, al emperador y a su sumo sacerdote el obispo de Roma; en el próximo, a un dios unitario, quien nombró al emperador” (ibídem, pp. 29-30). Sin embargo, había una diferencia. “Bajo el Imperio pagano, el centro de unidad había sido político, y la autoridad suprema pertenecía al emperador mismo; mientras se reconociera la supremacía del estado, los hombres podían asumir muchos y diferentes credos y filosofías. La Edad Media se desarrolló en términos diametralmente opuestos; su centro de unidad era religioso, constituido por la Iglesia Romana; al mismo tiempo, y paralelas a esta unidad política, podían existir numerosas variaciones políticas” (Binns, p. 3).

En otras palabras, la libertad religiosa no existía en la Edad Media, es decir, el período entre la caída del Imperio Romano y la era moderna que comenzó a fines del siglo xv.

 

Iglesia y estado: una relación incómoda

En Apocalipsis 17 leemos una profecía acerca del falso sistema religioso y su relación con los gobiernos de este mundo, una relación que dominaría el período comprendido entre la revelación al apóstol Juan y la segunda venida de Jesucristo.

Esta relación es descrita en términos muy explícitos: “Con la cual han fornicado los reyes de la tierra, y los moradores de la tierra se han embriagado con el vino de su fornicación” (Apocalipsis 17:2). Cuando las personas se embriagan, no saben lo que hacen. Así es la religión falsa. La humanidad ignora el hecho de que Satanás “engaña al mundo entero” (Apocalipsis 12:9).

Cuando examinamos retrospectivamente la historia de los últimos dos milenios, nos podemos dar cuenta de que ninguna institución ha dominado el mundo por más tiempo que el papado. Si la Iglesia de Roma es “la imagen de la bestia”, entonces esa iglesia es mencionada frecuentemente debido a su papel político, un papel que se ha vuelto mucho más formidable por el hecho de que el Vaticano es en sí mismo un estado, además de la sede de una iglesia universal. A pesar de que Jesucristo dijo que su reino no era de este mundo (Juan 18:36), aquí hay una iglesia que durante dos milenios ha desempeñado un importantísimo papel político. Esta iglesia falsa es descrita como una “ramera” (Apocalipsis 17:1), que se vende por ganancias temporales.

El creciente influjo de la iglesia comenzó con el emperador Constantino (ver la parte III de esta serie), pero su ascenso al poder se inició verdaderamente con la caída del Imperio de Occidente. “Cuando ya no existía un emperador en Occidente y los vínculos con Oriente eran muy débiles, la Roma papal reemplazó a la Roma imperial” (Binns, p. 11).

La relación entre iglesia y estado dominó continuamente la política europea hasta los tiempos modernos. Aun en la actualidad, en algunos países europeos la iglesia establecida y el estado mantienen estrechos lazos.

Tal relación no siempre ha sido fácil, y esto es exactamente lo que la profecía predijo. La “fornicación” (Apocalipsis 17:2) nunca es una relación fácil. La relación física entre esposo y esposa está basada en amor y compromiso, pero dos personas que fornican sólo se aprovechan temporalmente, cada una buscando lo que pueda obtener de la otra.

Así es cómo ha sucedido con la relación iglesia-estado a lo largo de la historia. En ocasiones ambos se han concertado para obtener beneficios mutuos, pero la mayoría del tiempo han luchado por obtener preeminencia uno sobre el otro.

En Apocalipsis 17:7 vemos una descripción de la iglesia falsa, representada por una mujer y la “bestia que la trae”. Nuevamente, la analogía presentada aquí es muy apropiada. Cualquiera que haya montado un caballo sabe que el jinete no siempre tiene el control. La iglesia puede pensar que es capaz de controlar el poder del estado, pero con frecuencia no es así. Esta bestia sobre la que cabalga la mujer tiene “siete cabezas y diez cuernos”. En el versículo 9 leemos que “las siete cabezas son siete montes, sobre los cuales se sienta la mujer”.

En la Biblia un “monte” es el símbolo de una gran nación o imperio, comparado con otras naciones más pequeñas y que son representadas como “colinas”. Por ejemplo, en Isaías 2:2 vemos el venidero Reino de Dios descrito como un monte que “será exaltado sobre los collados, y correrán a él todas las naciones”. Finalmente, el gobierno de Dios se impondrá sobre todas las naciones, grandes y pequeñas.

Como la bestia sobre la que cabalga la mujer correspondería al Imperio Romano, sus siete cabezas o montañas serían las restauraciones de este imperio. El papado continuaría imponiendo el sistema romano a lo largo de los siglos, adoptando frecuentemente un papel político, pero también comprometido profundamente en los intentos por revivir el Imperio Romano, los “siete montes, sobre los cuales se sienta la mujer” (Apocalipsis 17:9).

Pero antes de ello, tres reinos que no estarían bajo el control de la iglesia falsa serían arrancados (ver el recuadro “Tres de los primeros cuernos, arrancados de raíz”).

Recordemos que el pequeño cuerno de Daniel 7:8 tiene “ojos como de hombre” y una boca que habla “grandes cosas”. Este cuerno diminuto posee suficiente poder como para arrancar reinos, pero aun así no es representado como una verdadera potencia política. Es una potencia religiosa, también descrita como “la imagen de la bestia”. Casi 2000 años de historia muestran la constante presencia de una gran iglesia romana aliada con los diferentes resurgimientos del Imperio Romano.