¡Vivimos y…! es Mucho Decir


Núm. 181 - 02 de Julio del 2010 - Año: 4


Un conocido dicho destaca: “hay que ver…  para creer” con el debido respeto de su autor tomamos aquí  tales términos y les invertimos expresando “¡Hay que creer... para ver!”.

 

ES pues la fe la sustancia de las cosas que se esperan, la demostración de las cosas que no se ven.Nada más cierto en lo referente a la fe en el Ser Supremo.

Quien cree… ve y participa de tantas cosas en el sublime mundo que lo rodea, desde donde percibe la presencia del ser celestial. El simple brotar de una flor, el nacer de un nuevo día, una colorida puesta de sol, el surgir a la vida de un recién nacido y demás. En cada caso, quien cree percibe la presencia celestial, la que no por reiterativa pierde vigencia. Cada ocasión que se plasma, cualquiera de las circunstancias descritas, así como tantas otras que cotidianamente se atraviesan, es posible descubrir la presencia Celestial detrás de los diversos avatares implícitos en la naturaleza.

 

A diferencia del escéptico, quien vive aguardando un milagro para, recién desde allí establecer su creencia, y no reconoce que ya, su propio vivir, representa el gran milagro. Si comenzara por inducirse a la creencia en el Ser Supremo, de seguro podría apreciar en otras situaciones que antes veía como parte de la naturaleza, la sublime presencia del Creador detrás de cada uno de ellos.

 

¿Algo más sublime que la propia vida? Habiendo vida toda meta es posible de alcanzar. ¡Adelante! Ver desde la opción en valorar lo que se vive, ya con eso es suficiente incentivo, en aras de lograr todo.

 

El Rey David expresó en uno de los Salmos: BENDICE, alma mía á Jehová; Y bendigan todas mis entrañas (Desde lo más profundo de nuestro ser)  su santo nombre. Bendice, alma mía, á Jehová, Y no olvides ninguno de sus beneficios.

 

La vida misma que el creador nos ha dado es motivo suficiente para ser agradecidos con el Eterno, debemos bendecir (reconocer) al Creador en las circunstancias positivas, pero de igual manera en la circunstancia no  tan buenas, consolidando en tal comentario, la adversidad de opciones que implica el pasar del ser humano sobre la faz de la tierra. Hay momentos o etapas donde los eventos en nuestra vida y/o alrededor no son tan gratos, pero hay momentos también de bien, de dicha, felicidad… etc.

 

En todos estos momentos debemos ser agradecidos con el Creador: Jehová dio, y Jehová quitó: sea el nombre de Jehová bendito. Reconocer su presencia en nuestras vidas es un gran logro para nosotros, siendo que todo va desde la perspectiva con la que se asumen circunstancias y momentos.

 

No son las circunstancias malas o buenas, sino más bien el humano quien las califica para lo bueno o no bueno. De cómo asimile el hombre sus vivencias, tendrá en ello la opción en bendecir al Creador. Los momentos son buenos, está en el humano el buscar y descubrir la instancia positiva que permita desde ahí alabar al Creador.

 

Terminamos con una modestia sugerencia, en dar el valor debido a la vida que se dispone, y aceptar el que se vive en medio de la dualidad: Mira, yo he puesto delante de ti hoy la vida y el bien, la muerte y el mal: Porque yo te mando hoy que ames á Jehová tu Dios, que andes en sus caminos, y guardes sus mandamientos y sus estatutos y sus derechos, para que vivas y seas multiplicado…  El bien y el mal van permanentemente cerca. Está en cada uno saber decidir lo mejor para nosotros, y frente a nuestros semejantes, pero muy especialmente frente al Creador, fuente de toda verdad y justicia. ¿Creer? si… para así entonces poder ver tanta maravilla que borde nuestro paso por la vida material y alcanzar la tan anhelada promesa de Dios: La Vida Eterna.

 

Por Abiel Hernández Florez