La prohibición de comer sangre


Núm. 183  - 17 de Julio del 2010   -   Año: 4


Además, ninguna sangre comeréis en todas vuestras habitaciones, así de aves como de bestias. (Levítico 7:26); Solamente que te esfuerces á no comer sangre: porque la sangre es el alma; y no has de comer el alma juntamente con su carne.   (Deuteronomio 12:23).

 

La repetición de este mandato de la Ley, y la insistencia de acentuar su gravedad nos invita a que busquemos las razones profundas de esta prescripción. Pero no incurramos en el error al suponer que mediante la explicación de sus motivos aumentara el número de los que cumplen esta orden. Las razones de este mandato son claras, comprensibles, evidentes, y para este mandato ninguna investigación es necesaria para justificarla.

 

No condicionemos por lo tanto, el cumplimiento de los preceptos, a la comprensión de su significado. El que la adoptemos o lo rechacemos, no debe servirnos de base para extraer conclusiones con respecto al cumplimiento de las leyes, que rigen en todos los tiempos y en todo lugar.

 

DATO: Los Sabeos (Pueblo idolatra de la antigüedad) consideraban la sangre cosa muy impura. Sin embargo, la comían porque creían que era el alimento de los demonios, y que si alguno comía, fraternizaba con los espíritus malignos que se le acercaban y le hacían cosas futuras, como lo imagina el vulgo respecto de los demonios.

Había sin embargo gente, a quienes parecía duro comer sangre, pues es cosa que repugna la naturaleza de hombre. Pero sin embargo, después que degollaban a un animal, recogían la sangre en un vaso, o en pozo, y comían la carne de animal cerca de la sangre. Obraban así, porque imaginaban que los demonios comían de esa sangre, que era su alimento, mientras ellos comían la carne. Pensaban que podían tener la fraternización y la amistad, pues comían todos de una mesa y en la misma reunión, según su modo de pensar, los demonios se le aparecerían en sueños y le harían conocer cosas futuras que les serían  útiles. Todas estas opiniones gozaban de autoridad en esos tiempos, se les aceptaba y era ampliamente conocidas; ninguno de entre el vulgo dudaba de su veracidad. (Explicaciones de Maimónides).

 

La Biblia –Ley perfecta– se propuso cesar entre los que conocen, estas ideas arraigadas, y prohibió comer sangre. La ley insistió en esta prohibición, del mismo modo y con los mismo términos con que insistió con la idolatría. La sangre quedo totalmente prohibido para el consumo de hombre y quedo escrito: Solamente que te esfuerces á no comer sangre: porque la sangre es el alma; y no has de comer el alma juntamente con su carne. No la comerás: en tierra la derramarás como agua. No comerás de ella; para que te vaya bien á ti, y á tus hijos después de ti, cuando hicieres lo recto en ojos de Jehová.(Deuteronomio 12:24-25); Solamente que no comas su sangre: sobre la tierra la derramarás como agua. (Deuteronomio 15:23).

También nos propone una explicación, diferente a su comentario: Porque la vida de la carne en la sangre está: y yo os la he dado para expiar vuestras personas sobre el altar: por lo cual la misma sangre expiará la persona. (Levítico 17:11), de este versículo puede extraerse la conclusión de la prohibición de la sangre, la sangre fue destinada a la expiación sobre el altar.

 

El Eterno creo todas los seres vivientes para beneficio del hombre, pues solo el (hombre) de entre los seres creados conoce a su Creador, a pesar de lo cual no le fue permitido en un principio comer más que vegetales, pero no seres animados, como se lee en Génesis 1:29: Y dijo Dios: He aquí que os he dado toda hierba que da simiente, que está sobre la haz de toda la tierra; y todo árbol en que hay fruto de árbol que da simiente, seros ha para comer.

Pero entonces, en la época del diluvio, cuando los animales fueron salvados en merito a Noé y luego este ofreció algunos de ellos en sacrificio, acordó Dios a Noé y permitió (el degollamiento ritual) tal como leemos: Todo lo que se mueve y vive, os será para mantenimiento: así como las legumbres y hierbas, os lo he dado todo. (Génesis 9:3).

 

La sangre no es la sustancia que constituye la vida; solo es la portadora del soplo de vida al que está íntimamente ligada, constituyendo ambos la vida del ser criado. La sangre es el instrumento mediante el cual el alma hace tangible sus actividades.

 

Entre las líneas de la Ley una velada reprobación, de la consumición de la carne, que fue permitida por el hombre solo como una concesión de su debilidad, que no logro todavía sobreponerse a sus instintos asesinos y al que se debe habituar poco  a poco, a extenderse piedad a sus semejantes y en una etapa posterior, a todos los seres vivientes.

 

El sentimiento de venganza, es el principio del arrepentimiento. ¡A fin que te acuerdes y te avergüences…!

 

Estas palabras nos ayudan a comprender mejor lo expresado por la Ley que no  recibe la intención de la sangre como una medida de higiene, ni un modo de protestar contra las prácticas idolátricas, sino como un medio de educación, destinado a enseñar el respeto a los derechos de todo ser viviente.

Pues el poseedor de la vida (alma), no debe consumir otra vida (alma), pues todos pertenecen al Señor, ¡Tanto el hombre, como la bestia!

 

Tener conciencia de esto no depende de la época, ni la creencia en curso de un época determinada, ni de civilización de pueblos antiguos. Esta es la razón por la cual la prescripción destinada a reforzar esta conciencia… rige en todo lugar, en todos los tiempos para todos los hombres y para las mujeres, de generación en generación.

 

Diac. Jesús Guerrero

México, DF