Si Dios es omnipotente y piadoso como la Biblia lo aclama

¿Por qué le ocurren cosas malas a buenas personas?


Núm. 251 - Sábado 12 de Noviembre del 2011 - Año No. 6


Es cierto, a pesar del mal que ocasionalmente vemos a nuestro alrededor, que el Dios de la Biblia está descrito como piadoso, lleno de rectitud y verdad: Dios pasó delante de él y proclamó: “¡Dios! ¡Dios! Un Dios compasivo y benévolo, lento para la ira, abundante en bondad y fidelidad  (Éxodo 34:6). Al final de los seis días de la creación se nos dice que Dios vio todo lo que había hecho y “he aquí que era muy bueno” (Génesis 1:31). No sólo bueno, sino muy bueno.

 

Sin embargo, hay niños con esclerosis múltiple y terremotos causan que los edificios se derrumben y aplasten a los inocentes. El mismo Dios que dibuja el cielo con un arco iris rojo al salir el sol y produce la belleza de una flor, debe también estar conectado con estos horrores.

 

Aunque nosotros veamos esto como algo desafortunado, las cosas malas que le ocurren a la gente buena es compatible con la descripción bíblica del rol de Dios en el mundo. En el capítulo cuarto, Cain ya mató a Hebel. De acuerdo a la Biblia, Hebel era el bueno. Dios había aceptado su ofrenda especial mientras que rechazó el sacrificio de Caín. Dios tenía el poder de impedir el asesinato de Hebel pero escogió no hacerlo.

 

El profeta Isaías nos da la pauta del por qué: “Yo soy Dios, no hay otro. Yo creo la luz y creo la obscuridad. Yo hago la paz y creo el mal” (Isaías 45: 6,7). Dios, la fuente infinita de luz, crea la obscuridad al retener un poco de la luz. Similarmente, Dios, la fuente infinita de paz, crea el mal al resguardar una porción de la paz. La definición bíblica de la creación es un retiro parcial de la presencia de Dios.

 

Dios se retiene, y al hcrea el universo con sus leyes naturales. En su mayoría, la naturaleza toma su curso natural. Sólo cuando los eventos salen de su curso la Biblia cuenta que Dios se entromete y modifica la naturaleza. Un mundo que se ve natural es una parte esencial del plan bíblico de la vida, es decir, la posibilidad de poder ejercitar nuestro libre albedrío. “Te pongo hoy por testigos al cielo y la tierra, he puesto frente a ti la vida y la muerte, la bendición y la maldición. Por lo tanto, escoge la vida para que puedas vivir, tú y tu descendencia” (Deuteronomio 30: 19).

Si los humanos tienen el poder de escoger libremente, el mundo debe parecer natural. Un mundo natural tiene radiaciones que producen mutaciones y terremotos que aplastan a los inocentes.