La Alegría de Dar


Núm. 190 — 04 de Septiembre del 2010 — Año: 4


No muchos cristianos necesitan tal vez que se les recuerde “… Dios ama a dador alegre” (2º Corintios 9:7). Pero el propósito real que se halla tras aquel acto de dar muchas veces se pasa por alto. Y la falta de entendimiento sobre este propósito hace que el dador pierda mucho de las bendiciones que Dios ha prometido.

 

En los tiempos antiguos bajo el sacerdocio levítico, el pueblo de Dios era exhortado a ofrecer sacrificios por diferentes motivos y en tiempos especiales. También le fue ordenado dar más de lo que la ley les correspondía. Como un ejemplo tenemos el caso de cuando se propusieron a hacer un tabernáculo para Jehová. Dieron ofrenda de todo tipo, sin escatimar nada. Y también los que sabían trabajar en algún arte, ya fuese en metales, en tejidos, etc. Prestaron sus manos para hacer aquello que sabían hacer y eso lo consideraron como una ofrenda de olor suave delante de Dios. Al pueblo también se le exigió cuando se trataba de reconstruir el templo, muchas cosas tuvieron que repararse, y muchas manos se necesitaron también, así como el esfuerzo económico del pueblo. Así como fue el acto de dar en el antiguo testamento. Todo fue dado como una ofrenda a Jehová.

 

Dios ama a aquel dador feliz y dispuesto, ciertamente. Pero debe amar en forma especial al dador alegre que da un a ofrenda al Señor mas bien que solo una contribución para los gasto de la iglesia. Muchas de las bendiciones se pierden cuando los creyentes no tienen la visión para saber que es una ofrenda y que es una contribución.

 

Cualquiera que sea el uso que se programe en la iglesia para los fondos que vienen como DIEZMOS y OFRENDAS, ya sea para abrir nuevas misiones, para subsidiar gastos internos, publicaciones, o para el sostenimiento del ministerio, etc. El cumplir con nuestros votos de dar debe ser solícitamente por amor y por da honor a Dios y todo lo que se da debe darse para Dios. Cualquiera otra forma de dar no puede ser una ofrenda sino una contribución. Una contribución no es un acto de adoración, como lo es una realidad la ofrenda.

  

 Min. Alberto García Becerril

Abogado de la Biblia

Marzo-Abril 1994