Núm. 214 — Sábado 19 de Febrero del 2011 — Año: 5


Nuestro amado Señor Jesucristo, vino a la tierra y dejo el ejemplo más claro de amor al prójimo, es decir amar a los demás como así mismo; ya que sufrió escarnios, vituperios y maltratos con el fin de que hoy tú y yo podamos alcanzar la esperanza de vida eterna.

El constante servicio a Dios y el demostrar el amor al prójimo son dos de las grandes virtudes que podemos destacar de su estancia. Cristo logró cambios sustanciales en la mente y el corazón de los hombres borrando de ellos el pensamiento que decía: “Amaras a tu prójimo y aborrecerás a tu enemigo”, con una instrucción de misericordia y un nuevo significado celestial. (Mateo 5:43-44).


Ahora nos enfocaremos al por qué del titulo de este tema. Si buscamos la palabra “prójimo” en el diccionario lo define como: “cualquier hombre respecto a otro”, así mismo, si yo le preguntara a cualquier persona, ya sea dentro o fuera de la Iglesia de Dios nos respondería que todos los hombres son nuestros prójimos.


Pero vamos a tratar de adentrarnos más en entender el término “prójimo”. En la Biblia encontramos una bella parábola que no dudo, habrás leído, pero realmente no le disto el tiempo necesario, para disfrutar de su enseñanza completa.


En dicha parábola, un intérprete de la ley, se encuentra probando al Maestro con diferentes cuestiones: “Y he aquí, un doctor de la ley se levanto, tentándole y diciendo: Maestro, ¿Haciendo qué cosa poseeré la vida eterna?
Y el le dijo: ¿Qué esta escrito en la ley? ¿Cómo lees?
Y el respondiendo, dijo: amaras al Señor tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y de todas tus fuerzas, y de todo tu entendimiento; y tu prójimo como a ti mismo”
(Lucas 10:25-27). La enseñanza es clara, pero una vez mas tratándole de tentar le pregunta: “¿Y quién es mi prójimo?” (Verso 29).
Jesús decide que la mejor forma de darle una respuesta adecuada es con una parábola.

 

“Un hombre cayo, en manos de ladrones y se ve mal herido. Un sacerdote lo ve pero solo pasa de largo, asimismo un levita pasa de cerca, pero igual pasa de largo. Más un samaritano movido de MESERICORDIA cura, atiende y cuida de él todavía así, paga porque aquel hombre llegue con bien a su hogar” (síntesis de Lucas 10:30-35).

Te haré la misma pregunta que Cristo hizo: ¿Quién, pues, de estos tres te parece que fue, el prójimo de aquel que cayo en manos de los ladrones? Ciertamente que estarás de acuerdo, que ni el sacerdote, ni el levita lo fueron, pues ninguno de los dos ayudo a aquel hombre. Considerando lo que dice Mateo 5:43-44; “Oísteis que fue dicho: Amaras a tu prójimo, y aborrecerás a tu enemigo. Mas yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid los que os maldicen, haced bien los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen;” y la sociedad opina lo mismo, mas aun, se nos ha enseñado de que TODOS son nuestros prójimos, ahora pues conforme a este postulado podemos afirmar que estos dos hombres ¿son nuestros prójimos también? ¿Acaso no son hombres respecto a uno? Entonces, que pensar ¿habrá alguna contradicción? Es confuso en párrafo superior.

Por supuesto que NO, ¿ahora me entiendes cuando te dije que no te habías tomado ese tiempo?, amado joven te invito a que leas atentamente el siguiente verso: “Amaras a tu prójimo como a ti mismo”, una vez que entiendas bien a que se refiere Cristo con estas palabras encontraremos la solución.

Nos damos cuenta que el samaritano fue el prójimo de aquel, ya que todo lo que hizo en su momento, fue un acto de misericordia, humildad, amor y sobre todo obro como si fuera así mismo esos aspectos, esas obras de amor, de interés, de cuidado por los demás son los que caracterizan a un verdadero prójimo.

El ser prójimo y demostrar nuestro amor fraternal es una virtud que todos podemos alcanzar si practicamos la misericordia y lo hacemos como si a nosotros mismos lo hiciéramos.

Tal vez si el sacerdote y el levita se hubiesen detenido a ayudar y con misericordia velar por aquel hombre, créeme que nunca se hubieran arrepentido, pues disfrutarían lo especial que es amar al prójimo, que en esta hermosa parábola fue privilegio únicamente para el samaritano, quien lo practico.


Nos queda solo un punto por revisar, ya sabemos que no todos somos prójimos siempre, por esa razón Cristo decía que tenemos que pedir por todas las personas ya sean amigos o enemigos, porque haciendo esto todos podrán vivir esta experiencia y así tu serás su prójimo y ellos el tuyo.

“Bienaventurados los misericordiosos: porque ellos alcanzaran misericordia” Mateo 5:7.

 

Marión Itzel Pech Moo
Mérida, Yúc.