La verdadera esencia del día de reposo


Núm. 219 — Sábado 02 de Abril del 2011 — Año: 5


Isaías 58:13-14

Alguna vez conversando con un hermano le hacia la pregunta que como definía el sábado, pero esté no me supo decir con mucha seguridad ya que su respuesta era que el sábado era el día de reposo, era un mandamiento y que era un día en donde se congregaba toda la comunidad para tener convivencia con los hermanos y obviamente con el Eterno. Pregunta: ¿usamos las mismas palabras para referirnos al día de descanso? , si se sintió identificado (a) no se preocupe no esta tan mal ni bien de la verdadera respuesta, pero se ha preguntado ¿cómo vive el día de reposo?

Analizar el verdadero sentido del día de reposo o sábado según sea el gusto de llamarlo, representa ir más allá de las definiciones que nos han ofrecido los hermanos o ministerio, es sentir en ese día la alegría que se debe manifestar por estar presentes en este tan hermoso momento.

 

“Seis días trabajaras mas el séptimo día será reposo”

El mandamiento ordena que debemos descansar en el 7 día y que nos olvidemos por completo de que trabajamos el resto de la semana, dejando atrás pendientes, excusas de no guardar este día etc. Pregunta: ¿Además de esto tenemos que mostrar buena voluntad y disposición para ser partes de este descanso?, indudablemente deben de influir nuestras actitudes para que sábado sea de felicidad, de alegría, de comunión con los hermanos en la fe de conexión con le espíritu del Eterno de gozo y de todas las actitudes positivas que puedan existir para que al termino del mismo nos vallamos tan felices y anhelando que llegue el siguiente día para sentir esa misma sensación, pero que pasa: a veces la negatividad que se nos impregno de nuestro trabajo o de la escuela nos dice que tengamos una cara larga y enojada, que mantengamos la distancia adecuando para que nadie se nos acerque y nos haga la plática o simplemente ser participes de las actividades que se vallan a realizar en ese momento ¿Así estamos reflejando nuestra gratitud al Padre?

Plantearlo tan abiertamente podría conllevar a que miren feo al predicador pero no está de más tocarlo con mucha cautela quizá no sarcásticamente pero si de una manera digerible para que nadie se sienta identificado.

 

¿Cómo hacer que el día de reposo se haga una delicia?

Tan solo con el hecho de elegir ser parte del sábado nos hace participes de la comunión del Señor, pero a veces nos quedamos cortos con nuestra falta de actitud ya que como mencionábamos en el ejemplo que abordamos al principio simplemente lo vemos como el día del Señor el día de estar sentado, cantando y escuchando los sermones del predicador a tal grado de que esto se nos haga tan monótono que todos los sábados anteriores y posteriores los sintamos igual, pero así no es el caso lo que aquí ocurre es que a veces no sabemos como involucrarnos más a las actividades que se pueda realizar en sábado obviamente sin alterar el orden que se debe tener. Sería recomendable que poco a poco tener la iniciativa para sentirnos parte de un pueblo de una comunidad en donde con cada sonrisa se manifiesten los buenos valores que aprendemos día a día, de mostrar esa alegría que nos genera las bendiciones y la misericordia que nos da el Padre, de sentir esa fraternidad esa hermandad esa unión que demanda el Eterno y de todos los buenos vínculos que como hijos de una Padre y Rey hemos aprendido.

Si en algún momento no has sentido la paz en tu vida y te sientes incapaz de presentarte delante del Eterno, no todo está perdido, afortunadamente el amor que nuestro Creador es incomparable y el solo te comprenderá, si te sientes capaz de atreverte al cambio y de vivir algo nuevo, estas a buen tiempo para ser parte de un solo cuerpo porque recordemos pocos son los llamados y pocos los escogidos porque ¿Qué actitud va a ver el Eterno para que nos lleve hacia la nueva vida? ¿La actitud positiva o la negativa?

Reflexionemos y tomemos el ejemplo de la primer iglesia que se empezó a formar (Hechos 2:43-47) Pero no olviden que todo lo que se haga en sábado sea por gratitud y por amor al Padre.

 

Hno. Rubén Zamundio